Keko (José Antonio Godoy) es el dibujante de un gran guión
de Antonio Altarriba.
El título es una confesión; la portada revela al confeso
criminal: se trata de Enrique Rodríguez, un profesor de Arte de la Universidad
del País Vasco que a sus 53 años está en el apogeo de su carrera académica. Es
el responsable de una revista que investiga sobre la crueldad en la pintura
occidental. Vive en un entorno hostil y de soterrada violencia. Aprovecha sus
viajes por motivo de trabajo para asesinar como si de una performance se
tratara. Nunca repite el mismo patrón. Sin embargo no se considera asesino en
serie, sino artista: mata como expresión artística, asesinato considerado como
una de las Bellas Artes. Es una justificación íntima con la que el protagonista
trata de justificar sus asesinatos.
En cuanto al dibujo, también es impactante. Si bien es más
descuidado de lo habitual en Keko, se compensa con unos escenarios y unos
fondos muy realistas. La historia está dibujada en blanco y negro; la única
concesión a otro color es el rojo de la sangre. Recuerda lejanamente a From Hell por la temática y la frialdad
del color, aunque las escenas escabrosas no se muestran tan abiertamente como
allí. El tono de thriller nos atrapa de modo que no podemos levantar la vista
de la página.